El Hombre Sapo.

El otro día estuve con una amiga que me contó una terrible historia.

Por desgracia, ella no puede caminar, así que va en silla de ruedas.

No la conozco profundamente pero se deja ver que es una persona muy independiente, tiene muy buenos amigos, sale de marcha, de viaje... bueno, lo que hacemos todos.

Pues en una de estas escapadas que ella hace para visitar uno de los muchos amigos que tiene repartidos por la geografía española, tuvo que coger un tren de Zaragoza a Oviedo.

En este viaje y para echarle una mano, le acompañó un amigo.

Me gustaría señalar que ella ya sabía que este tren no está adaptado, por eso le acompañó este amigo, para subirla, bajarla y sentarla en el tren.

Cuando llegaron a la estación de tren de Delicias, el responsable de la estación (que también la conoce bastante), no pudo ni mirarla a la cara cuando le dijo muerto de vergüenza que se va a aprobar una nueva ley por la que las personas en silla de ruedas no podrán utilizar determinados trenes (si no me equivoco, creo que sólo podrán utilizar Ave, Altaria y Alvia).

En cualquier caso, entre el responsable de Renfe y su amigo le ayudaron a subir al tren, pero no podían dejar de pensar en lo injusto que es que alguien te deniegue tu derecho a ser independiente cuando todos los días luchas por continuar siendolo.

Pero lo peor estaba por llegar.Cuando el tren ya había salida de Zaragoza, apareció el hombre sapo (pido mil disculpas a este pobre animal) disfrazado de inspector de tren.

Cuando la vió en silla de ruedas, ni siquiera la miró, le habló directamente al acompañante de mi amiga (este cráneo privilegiado pensó que ir en silla de ruedas imposibilita tu inteligencia y entendimiento) para recriminarles porque ese tren no tiene plazas de minusvalidos.

Les montó un número tremendo, con gritos incluidos, les regaló joyas como que no tenían derecho a viajar en ese tren, que ya tenía ganas de que entrara en vigor esa nueva ley para quitarse responsabilidades porque este tipo de personas no daban más que problemas...

Consiguió decir estas y otras lindezas sin ruborizarse, así que cuando me lo imaginé en el tren, con su uniforme, no podía ponerle cara, sólo una cabeza de sapo.

"Un dato:de las 238 plazas que tiene un tren ALVIA únicamente 1 lo es para una persona en silla de ruedas"

Para mi bruja blanca con la escoba averiada:No dejes que nadie te haga de menos, sigue luchando por tu independencia, cuentas con el apoyo de todos nosotros.

NOTA:Durante la redacción de este artículo ningún sapo salió herido.

No obstante ruego me perdonen por habérme imaginado uno de ellos con el cuerpo de ese hombre.